domingo, 13 de junio de 2010

Carla

Hace ocho años tuve una experiencia de interrupción de embarazo, en ese entonces tenía 20 años, estudiaba en la facultad de comunicaciones de la UNCP de Huancayo. Ese año fue muy complicado para mi porque mi abuela había sufrido un accidente y estaba hospitalizada y mi madre a raíz del accidente le dio presión alta emotiva.

Yo llevaba una relación con un compañero de la facultad, ambos sólo estudiábamos, no teníamos ingreso alguno.

Todo empezó un setiembre del 2001, presentaba un retraso de dos semanas, lo cual me hizo pensar en un posible embarazo porque mis retrasos sólo eran de dos o tres días, estaba muy nerviosa, no sabía qué hacer, entonces hablé con mis mejores amigas, me preguntaron qué iba hacer si salía positivo, desde un comienzo sabía qué iba hacer, no lo pensé ni dos veces - no quería tenerlo- y no influyó, nisiquiera, once años de formación en un colegio religioso.

Mientras los días pasaban para mi era un pesar porque sentía que era más riesgoso, fui a una Botica de mi ciudad (Jauja) que me daba confianza, le dije que quería hacerme la prueba de embarazo por orina, los análisis tardaron un día, cuando recibí los resultados quería desplomarme, el mundo se me vino encima, me dije -qué voy hacer- no tenía dinero y menos mi novio, hablé con él y me dijo que vendría a verme. Después de conversar, él terminó la conversación diciendo "Yo te apoyo en lo que decidas", categóricamente le dije que no lo quería tener, tenerlo significaba arruinarme, además la relación no pasaba por su mejor momento. Cuando hablamos, sacamos una conclusión, tenía que contarle a mi madre, ella era la única que podía ayudarme.

Tomé valor y le conté en la puerta del hospital, al comienzo le era inconcebible, en principio porque ya no era virgen y eso le afectó, me dijo que quería hablar con mi novio, le dije que no había problema, pero antes le dije que - no quería tenerlo- ya lo había decidido. Mi novio llegó en la tarde a casa, ambos estábamos muy nerviosos y le contamos lo que había pasado, mi madre rompió a llorar, lo único lo que reiteré fue que no lo tendría (por mi cabeza pasaron muchas alternativas, en caso ella no aceptaba ayudarnos) Hasta que me dijo que hablaría con un ginecólogo que ella conocía, la noticia me alivió y quedamos que le devolveríamos el dinero, lo cual no fue posible porque ninguno trabajaba.

El día llegó, ese día falté a la universidad, mi madre me acompañó al consultorio, el ginecólogo me hizo varias preguntas y me dio algunas recomendaciones en adelante, me puso anestecia local y me hice la interrupción, no me acordaba de nada. Cuando desperté el médico me echó una broma, reí, luego mi madre me recogió y nos fuimos a casa. Descansé, el novio llamó para preguntar como anadaba; poco después la relación terminó. Y nunca me arrepentí de mi decisión, claro, no hubiese sido posible si mi madre no me hubiese apoyado.

Carla
28 años

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